La Imposible Aritmética de la Oposición frente al Dominio Indiscutible de Morena
Por Melchisedech D. Angulo Torres/ Politólogo
Tras las elecciones de 2024, el panorama político mexicano ha entrado en una fase de consolidación hegemónica. Mientras el bloque oficialista se fortalece, la oposición partidista se enfrenta a una crisis existencial sin precedentes.
Este análisis revela que la fantasía de una alianza opositora capaz de hacer frente a Morena y sus aliados es, en el mejor de los casos, una quimera electoral. El problema de la oposición no es solo la falta de unidad, sino una base de apoyo popular insuficiente y en constante declive, una realidad que los datos duros de las urnas y las encuestas de opinión confirman de manera implacable.
La debacle de la oposición es un proceso de erosión que se ha gestado a lo largo de una década. En 2012, la victoria del PRI con un porcentaje mínimo ya advertía de su desgaste. El 2018 marcó el colapso definitivo del antiguo régimen, con el PRI y el PAN alcanzando sus mínimos históricos. La elección de 2024 no hizo sino confirmar la tendencia: Morena consolidó su dominio, mientras que el PRI se redujo a un 9.54% y el PRD perdió su registro, un poderoso símbolo de su irrelevancia.
Este desplome no es casualidad, sino el reflejo de la desconexión de estos partidos con el sentir de la mayoría de la población.
Las mediciones de opinión pública reflejan la misma asimetría. La firma Enkoll, por ejemplo, sitúa a Morena en un sólido 45-48% de las preferencias, una cifra que la oposición, incluso sumando todos sus votos, no podría alcanzar. El PAN oscila entre 13-14%, mientras que el PRI y Movimiento Ciudadano apenas se mantienen en 6-7%.
Esta brecha numérica es el obstáculo más grande y, al parecer, insuperable para cualquier proyecto opositor con miras a 2030, demostrando que su problema no es de estrategia, sino de legitimidad y arrastre popular.
Mientras los números confirman la debilidad, las dinámicas internas de la oposición acentúan su fragmentación. Movimiento Ciudadano, por ejemplo, se ha convertido en una especie de refugio para políticos desplazados de otros partidos, sin lograr construir una identidad sólida a nivel nacional. Por su parte, el Partido Verde Ecologista de México ha demostrado que su fuerza es derivada, no propia. Su crecimiento reciente está directamente ligado a su alianza con el oficialismo, evidenciando que sin el apoyo de Morena, su influencia es marginal. Estas tendencias centrífugas impiden cualquier posibilidad real de unificación.
La reciente especulación sobre la candidatura del empresario Ricardo Salinas Pliego para 2030 es el síntoma más claro de la desesperación opositora. Lejos de ser un candidato viable, su figura es profundamente polarizante y, como lo ha señalado el analista Mellado, podría movilizar al electorado morenista y fortalecer el discurso oficialista en contra de las élites económicas. Por lo tanto, su aspiración no se presenta como una estrategia ganadora, sino como una jugada que, más bien, garantiza la derrota.

En conclusión, la oposición mexicana se encuentra en un estado crítico y con una base electoral reducida a una minoría. El bloque de apoyo a Morena, en contraste, se mantiene sólido, estable y mayoritario. La aritmética electoral es implacable: la unión perfecta de todos los partidos opositores sería insuficiente para competir con la fuerza arrolladora del partido en el poder.
La supervivencia de estos partidos no depende de alianzas efímeras o de candidaturas improvisadas, sino de una reconstrucción profunda que les permita reconectar con las mayorías y dejar de ser un mero apéndice sin relevancia en el mapa político nacional.
@_Melchisedech