La Posibilidad de Misiles Tomahawk para Ucrania Eleva la Tensión a Niveles Inéditos
Por Melchisedech. D. Angulo Torres/ Politólogo
En un audaz y potencialmente peligroso giro de la política exterior estadounidense, el gobierno del presidente Donald Trump está seriamente considerando autorizar y equipar a Ucrania con misiles Tomahawk, armamento de largo alcance que permitiría a Kiev golpear objetivos estratégicos en la profundidad del territorio ruso. Esta deliberación, confirmada por altos funcionarios de Washington, marca un hito que podría redefinir los límites del apoyo occidental y precipitar al conflicto hacia una escalada directa.
Aunque la decisión final sigue pendiente, la administración ha adoptado un enfoque “caso por caso” que, lejos de ser una restricción, señala una disposición sin precedentes a cruzar un umbral táctico que aliados y adversarios temían.
La apertura a armamento de largo alcance quedó patente en las declaraciones de figuras clave de la órbita presidencial. Keith Kellogg, enviado especial de EE.UU. para Ucrania, confirmó que el presidente Trump no se opone a que Kiev ejecute ataques de largo alcance contra Rusia, si bien enfatizó que cualquier luz verde sería para “casos específicos” y requeriría la aprobación final del mandatario. Esta posición fue respaldada por el vicepresidente JD Vance, quien precisó que la provisión de los Tomahawk —misiles con capacidad para alcanzar entre 700 y más de 2,500 kilómetros— está bajo evaluación, concentrando todo el peso y la responsabilidad de esta decisión en la figura de Trump. La urgencia por parte de Kiev es innegable. El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, aprovechó su reciente encuentro con Trump en la Asamblea General de la ONU para formalizar la solicitud de estos sistemas de alta precisión.

Para Ucrania, los Tomahawk representan la única vía para compensar su desventaja de fuego profundo y obligar a Rusia a dispersar sus defensas, protegiendo centros logísticos, bases militares e infraestructura de mando cruciales. No obstante, a pesar de las conversaciones avanzadas y la voluntad política, aún no existe un cronograma definido para la entrega, una ambigüedad calculada que permite a la administración mantener la iniciativa y el leverage diplomático.
Las implicaciones estratégicas de un suministro de Tomahawk son inmensas y conllevan riesgos significativos. Moscú inevitablemente interpretaría cualquier ataque ucraniano en su suelo con armamento estadounidense como una provocación directa de la OTAN, elevando el espectro de una respuesta asimétrica que podría incluir ciberataques de gran escala o una ampliación de las tácticas convencionales. Además, esta decisión podría tensar la cohesión transatlántica, ya que importantes aliados europeos, como Alemania y Francia, han mostrado reservas ante escenarios de escalada que involucren una confrontación más directa con una potencia nuclear.
@_Melchisedech


