Entre el frío, hambre y la tristeza, permanece sentado en una silla de ruedas el adulto mayor Rodolfo Beltrán Fonseca, quien fue llevado al Hospital General de Pachuca, y abandonado por sus propios hijos.
Desde hace cuatro días, el señor Rodolfo permanece en el área de Urgencias. No puede caminar. No puede cambiarse el pañal. No tiene cobija. No tiene alimento. Sólo tiene los gestos de bondad de desconocidos que, conmovidos por su situación, le han ofrecido un poco de comida, una palabra de aliento, un momento de humanidad.
Cuenta con voz entrecortada, que los médicos determinaron que no era necesario hospitalizarlo.
Le explicaron que no pueden atenderlo medicamente más tiempo, pero que por humanidad no le niegan el techo.

Sus familiares nunca regresaron por él. Lo dejaron sólo, con su fragilidad y sus silencios en su senectud.
Rodolfo no pide mucho. No reclama. Solo pide ser visto, ser escuchado, ser ayudado. Clama por la intervención de instituciones de asistencia social como el DIF, la Comisión de Derechos Humanos o alguna otra autoridad. Pide que alguien, cualquiera, se acuerde de él.


