*El Primer Grito de Sheinbaum y los Códigos Ocultos de un Nuevo Sexenio
Por Melchisedech D. Angulo Torres
CIUDAD DE MÉXICO – La noche del 15 de septiembre de 2024, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo dirigió su primer Grito de Independencia, un acto que trascendió la mera celebración para convertirse en una declaración de principios. Desde el balcón central de Palacio Nacional, Sheinbaum no solo conmemoró el pasado, sino que delineó los ejes de su gobierno a través de una ceremonia meticulosamente orquestada, cargada de simbolismo y mensajes que buscan marcar una nueva era en la política mexicana.
El momento cumbre de la noche se centró en la reivindicación de las mujeres. Ataviada con un vestido morado, un claro guiño al movimiento feminista, la presidenta rompió con la tradición al dar un lugar preponderante a las heroínas de la independencia. Nombres como Josefa Ortiz de Domínguez y Leona Vicario resonaron con una fuerza inédita, subrayando la invisibilización histórica y el compromiso de su administración con la perspectiva de género. Esta elección no fue un simple detalle, sino la piedra angular de un discurso que busca legitimarse a través de la memoria histórica.
La inclusión se extendió más allá de las mujeres. En un gesto de profunda trascendencia política, Sheinbaum dedicó parte de su arenga a los migrantes, un colectivo a menudo estigmatizado. Al referirse a ellos como “nuestros hermanos y hermanas”, la mandataria no solo mostró solidaridad, sino que integró a este grupo en la narrativa nacional, posicionándolos como parte esencial de la identidad de México, sin importar su ubicación. Este mensaje también tiene una ineludible dimensión de política exterior, sugiriendo un enfoque en la defensa de los derechos humanos de quienes han salido del país.
La soberanía nacional fue el otro pilar del discurso presidencial. En un contexto de presiones externas, la presidenta Sheinbaum afirmó con contundencia que México es un país “libre, independiente y soberano”, advirtiendo que “ninguna potencia extranjera tiene el poder de decidir por México”.
Este posicionamiento se reforzó con el anuncio de que en 2025 su gobierno propondrá una reforma al Artículo 40 constitucional para blindar jurídicamente la defensa del país frente a injerencias externas, una señal clara de que la autodeterminación será la brújula de su administración.

Este primer Grito marca, más que una ruptura, una evolución estilística y política. Si bien Sheinbaum mantiene una clara conexión con el proyecto político del gobierno anterior, se diferencia al incorporar una dimensión de género y de inclusión simbólica sin precedentes. Este enfoque busca una legitimación dual: por un lado, se legitima a sí misma como la primera mujer presidenta, y por otro, afianza un proyecto político que eleva temas históricamente postergados a un primer plano.
En esencia, el Grito de Sheinbaum fue un acto de comunicación política donde cada elemento fue cuidadosamente elegido. Desde el vestido y la guardia de honor a cargo de cadetes femeninas, hasta las palabras de inclusión y la reafirmación de la soberanía. La presidenta no solo rindió homenaje a los héroes, sino que también comunicó los principios de su gobierno: una memoria histórica con perspectiva de género, una defensa inquebrantable de la soberanía y una visión de nación que se redefine para el siglo XXI.
@_Melchisedech