La Trampa de los $31,000 Millones:

La Trampa de los $31,000 Millones

Pemex, de “Gallina de Oro” a Talón de Aquiles de la Nación

Por Melchisedech D. Angulo Torres/ Politólogo

​Petróleos Mexicanos (Pemex), el gigante energético que por décadas simbolizó la soberanía y la bonanza de México, ha completado una alarmante metamorfosis. Ya no es el pilar de las finanzas públicas, sino su mayor pasivo fiscal, avanzando hacia un déficit histórico de aproximadamente 31,000 millones de dólares con el gobierno federal, según reportes especializados. Esta cifra escalofriante no es un error contable, sino el síntoma de una crisis estructural que pone a prueba la estrategia económica del país y amenaza la estabilidad financiera de la nación en su conjunto, convirtiendo a la petrolera en la encrucijada más crítica de nuestra historia reciente.

​El diagnóstico de esta situación es complejo y multifactorial, pero apunta a la confluencia de la caída productiva y las cargas fiscales. El declive constante en la extracción de crudo en yacimientos maduros, sumado a una crónica falta de inversión en exploración durante administraciones pasadas, ha reducido dramáticamente sus ingresos. En paralelo, el nuevo Régimen Fiscal del “Derecho Petrolero para el Bienestar” (DPB), aunque busca la unificación, ha impuesto una carga tributaria pesada que, al eliminar deducciones clave, asfixia el flujo de caja operativo de la empresa justo en su momento de mayor vulnerabilidad.

​La respuesta del Estado, si bien urgente, ha creado un círculo vicioso de dependencia y rescates. Los recursos destinados a Pemex, que incluyen aportaciones directas y absorción de deuda, han rebasado la capacidad de autofinanciamiento de la empresa, perpetuando su ineficiencia y postergando la reestructuración fundamental. Es crucial entender que cada peso invertido en Pemex es un peso que deja de ir a la educación, la salud, la infraestructura o la seguridad, comprometiendo la disciplina fiscal y limitando la capacidad del gobierno para responder a otras prioridades nacionales. ​Las consecuencias sistémicas de este desequilibrio trascienden el balance de la petrolera. Las agencias calificadoras ven a Pemex como una extensión del gobierno, y los rescates continuos alimentan el déficit público, elevando el riesgo de una degradación de la calificación soberana de México, lo que encarecería el crédito para todos.

FOTO: ARCHIVO

Esta dependencia estatal no es sostenible a mediano plazo; sin un flujo de caja positivo genuino y propio, Pemex está condenada a una crisis de liquidez perpetua, donde los pasivos seguirán creciendo y la incertidumbre ahuyentará la inversión privada esencial para la modernización tecnológica y la eficiencia.

​Ante este panorama, la administración de la Presidenta Claudia Sheinbaum ha delineado una ruta de acción con un horizonte perentorio: dejar los apoyos directos a más tardar en 2027. Esta estrategia se enfoca inicialmente en la recompra y reestructuración de deuda para reducir la carga de intereses, y en la creación de un Fondo de Inversión Específico con capital mixto. No obstante, la vía más efectiva para asegurar la viabilidad a largo plazo es la apertura controlada y estratégica a asociaciones público-privadas que inyecten tecnología y capital en la cadena de valor, especialmente en proyectos de exploración que el país necesita para revertir la tendencia productiva.

​@_Melchisedech

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