El pulso por la democracia:

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Sheinbaum blinda su reforma electoral con encuestas secretas y convoca a un “gran consenso”

Por Melchisedech D. Angulo Torres/ Politólogo

​La Comisión Presidencial para la Reforma Electoral ha entrado en una fase decisiva y a la vez reservada, avanzando en la preparación de una serie de encuestas nacionales cuyo diseño y resultados serán la espina dorsal de la próxima iniciativa que la presidenta Claudia Sheinbaum presentará al Congreso de la Unión. Pese a la promesa de construir un amplio acuerdo, el proceso está marcado por un hermetismo metodológico que, si bien busca prevenir la “manipulación”, genera interrogantes sobre la transparencia.

​El titular de la Comisión, Pablo Gómez, confirmó que las encuestas se realizarán a lo largo de octubre y que la información sobre las preguntas y las fechas exactas de aplicación se mantendrá bajo estricta reserva. Esta estrategia, justificada por Gómez como una “práctica común” para evitar sesgos y manipulación anticipada, es la pieza central de un mecanismo que busca blindar la opinión pública que servirá de insumo para la reforma. Cinco casas encuestadoras anónimas serán las encargadas de capturar el sentir ciudadano, cuyos resultados serán determinantes para la propuesta final.

​Este enfoque “controlado” de la consulta se complementa con una intensa labor de búsqueda de legitimidad política. A pesar de que el oficialismo cuenta con una amplia mayoría legislativa —una realidad que, según admitió Gómez, es “distinta” a intentos anteriores—, la Comisión insiste en que la reforma aspira a un “gran consenso” que trascienda las filas de la Cuarta Transformación (4T) e incluya a sectores de la oposición. Temas como la transparencia y la rendición de cuentas legislativas son señalados como posibles puntos de acuerdo que faciliten la convergencia.

​Una de las propuestas que ya ha polarizado el debate es la eliminación del fuero de los legisladores, impulsada por la propia Presidenta. Al respecto, Gómez recordó su propia iniciativa fallida en el pasado, señalando que, si bien la actual mayoría facilita el camino, la disciplina partidista no anula el “criterio personal” de cada diputado. La apuesta del gobierno es doble: usar su fuerza legislativa como garantía de aprobación, mientras se apela a la pluralidad para desactivar la narrativa de una “imposición”. ​Mientras las encuestas se realizan en secreto, el proceso de participación pública se mantiene activo. Con foros programados en Sonora y la Ciudad de México para este miércoles 8 de octubre, la Comisión busca consolidar un paquete de diez temas prioritarios que formarán el cuerpo de la iniciativa.

Esta fase de diálogo público pretende ser la cara visible de la deliberación, contrastando con la opacidad de la recolección de datos, y validando la propuesta ante la ciudadanía y el Poder Legislativo.

​Para los analistas, la estrategia es clara: la Presidencia busca gestionar y controlar el flujo de información sensible para evitar que la reforma, en un tema tan vital para la democracia, se vea debilitada por campañas mediáticas antes de su presentación. El verdadero reto para la Comisión será equilibrar esta opacidad inicial en la metodología con la transparencia irrestricta que demandará el subsiguiente debate en el Congreso, garantizando que el “consenso” sea un producto del diálogo y no solo del músculo político.

@_Melchisedech

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