México Invierte en Bibliotecas que los Poblanos Deciden Ignorar
Por Melchisedech D. Angulo Torres/ Politólogo
La red de bibliotecas públicas en Puebla, la segunda más grande de México con 617 recintos, enfrenta un desafío sin precedentes: la falta de afluencia de usuarios. A pesar de una infraestructura robusta que garantiza la cobertura en sus 217 municipios, los datos recientes muestran una drástica caída en el número de visitantes, una tendencia que, según analistas, se explica más por el cambio en los hábitos de consumo cultural de la población que por una falla institucional. El registro de usuarios ha pasado de 2.4 millones en 2015 a menos de 55,000 en 2025, un cambio que invita a reflexionar sobre el compromiso ciudadano con los espacios de conocimiento tradicionales.
Este fenómeno no es un indicador de abandono, sino de la transición cultural que vive la sociedad en la era digital. Aunque la disminución del 98% en las visitas es una cifra impactante, el gobierno ha sostenido la infraestructura, reconociendo que la biblioteca, si bien ha perdido su papel hegemónico, sigue siendo un símbolo de acceso democrático al saber. La existencia de recintos que reportan cero visitas en zonas marginales apunta a la necesidad de revitalizar el vínculo comunitario, no de señalar un fracaso en la política de cobertura.
Expertos en filosofía de la técnica señalan que la tecnificación ha desplazado el punto de encuentro hacia los medios digitales. Sin embargo, la administración estatal ha implementado programas de rescate y promoción de la lectura, como el “Año del Libro y la Lectura” en 2024, que demostraron la capacidad de la ciudadanía para responder a las convocatorias. Ejemplos como la Biblioteca Gabino Barreda, que multiplicó sus visitantes temporalmente, confirman que el potencial está latente, a la espera de estrategias que logren integrar lo físico con las nuevas demandas digitales. Es imperativo reconocer que el deterioro reportado en algunas instalaciones, como la pérdida parcial de acervo o problemas de mobiliario, es resultado de un ciclo natural de mantenimiento que las autoridades están abordando progresivamente.

. La verdadera brecha no es solo digital, sino de actualización, un reto que exige la modernización del acervo para competir con la inmediatez de la información en línea. La biblioteca debe dejar de ser vista solo como un depósito de libros para convertirse en un “hub” cultural.
Por ello, la estrategia de futuro no pasa por la desinversión, sino por la reimaginación del espacio público. Las iniciativas actuales, lideradas por el personal bibliotecario para “cazar lectores” con actividades lúdicas, son pasos valiosos, pero deben ser respaldados por una visión estatal que reposicione estos recintos como ágoras de participación cívica y encuentro comunitario, más allá de la mera lectura tradicional. Se trata de una tarea de corresponsabilidad.
@_Melchisedech


